Órbita cementerio



Estamos a punto de caer, amor. Estamos a un solo paso de la sima. A uno solo. Pero a un paso que no para-caídas, amor. Sin coronas de marfil a las que asirnos. Sin espuelas que nos frenen. Estamos a un paso del talud. Sin amor ni sima ni barranco, amor. Sin temblores oscilantes. Desbocados. Sin resumen ni red en la garganta. Sin sentencias de amor ni destellos. Con silencios consabidos. Ni siquiera somos sueño de panteras, amor. Ni tampoco dueños de los sueños. Ni siquiera carne alguna queda, ni sangre entre rendijas de esa carne de pantera. Estamos a tan solo una zancada del tornado, amor. A una ráfaga y tras esto su heredero precipicio. A un ridículo embate de viento, amor. Tan solos sin amor y sin aliento. En este giro de baldosas, amor. En este buque cósmico de cruzadas sin contrarios. Y todo, amor, para terminar a bocanadas donde empezamos esta revolución. Licuados. Diluidos. Desleídos. En aquel nebuloso vértice en el que nos juntamos, amor. Cobertizo y coronilla de nuestro universo. Ahora monótono y frío territorio geofísico donde, si yo te suelto, amor, me dis-paras y, si tú me sueltas, si tú me sueltas, amor, te sujeto el vértigo el furor y la bala. Porque matar cansa, amor, y además, mancha.